Numero: 68. Año: 4.  Lugar de Edición: Barcelona. España Editor: Juan Pablo Cervigni

Numero de Visitas: 286

Autora: Ps. Silvana D’Amelio (Argentina)

@merendero.maleza


La implicancia del cuerpo en el desarrollo subjetivo es fundamental en las infancias y adolescencias de hoy. Infancias atravesadas por numerosos estímulos, sobre todo visuales y auditivos, que requieren continuamente de nuestro acompañamiento.


El deporte, por lo tanto se convierte en aquella descarga placentera, que no solo propicia el disfrute y el aprendizaje, sino también, el lazo con los otros.
¿Cómo pensamos el deporte?
Seguramente una representación del deporte sea la que ofrecen las distintas propuestas en clubes y espacios recreativos, donde podemos observar canchas pintadas con líneas, que trazan un límite a las legalidades que allí operan.
Pero ¿Como pensar el deporte en las plazas y espacios barriales?
En los barrios de nuestra ciudad, nos encontramos con muchas infancias y adolescencias cuyas posibilidades parecieran estar limitadas y reducidas a la biosupervivencia.


Pero si te acercas un poquito más, y llegas a conocerles, el panorama se torna totalmente distinto.
Panorama que se puede observar fácilmente en una plaza, o en la misma calle.
Les pibes no sólo buscan sobrevivir, sino que desean, sueñan, proyectan, juegan. Se arman partiditos, bailan tiktoks, hacen acrobacia, se trepan con una destreza inmensa a árboles y también casas, corren, compiten, saltan charcos y también pozos. Muchas veces esta misma destreza les permite huir del peligro inminente que cada día deben afrontar, un peligro que los vulnera y que en muchas ocasiones, intentan ubicarlos nuevamente en el reducionismo de la biosupervivencia.
Es por esto, que son fundamentales aquellos espacios que propician el desarrollo de sus potencialidades, lugares que alojan y habilitan a poder desplegar sus recursos, invitándolos a seguir soñando y a que nadie les impida lo contrario.
El armar escenarios aún así ficticios, permite construir otra manera de percibir el mundo, una manera mucho más amable, cuidada y amorosa. Donde los niñxs pueden ser en el hacer. Desplegando su singularidad en cada acción que ejercen.

El registro subjetivo de aquellos momentos donde pueden ser niñxs, niñxs que sueñan, les permite el día de mañana hacer algo más con el contexto que les toque vivir. Devolverle infancia a la infancia es fundamental a la hora de pensar el trabajo en los barrios, cuando sabemos bien que son ellos los primeros obligados a crecer, en la injusticia y el agotamiento.
Para esto es fundamental que el estado, ofrezca recursos para sostener los espacios que se ocupan de los talentos de barrios, que por fin algún día podamos laburar el concepto de prevención y promoción de Derechos, que tan lleno en palabras y tan vacío en acciones está.
Y sobre todo, que la sociedad toda se comprometa a agacharse, mirar a un pibe a los ojos y comprometerse no solo con la palabra sino con la acción a garantizarle un futuro mejor. Que lo sucio sean las zapas de barro y no la asistencia a un abrazo. Vamos a invitarles a jugar y a soñar.

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