ISSN 2696-5151

Número: 62 Año: 2021 Lugar de Edición: Barcelona, España Editor: Juan Pablo Cervigni

Autor: Alberto Martinez Oller, podologo Col 658 (Barcelona).

www.podologiaclot.com

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Al hablar de pronación o supinación, nos estamos refiendo a movimentos naturales del pie en rotación interna o externa (pie que se hunde para adentro o se lateraliza al exterior).

Son movimientos totalmente fisiológicos y tienen varias funciones:

– Adaptarnos al terreno.

– Controlar el contacto con el suelo y reducir su impacto.

– Generar el retorno de energía elástica para aumentar la eficiencia del paso en el despegue.

La pronación vendrá determinada por dos tipos de estructuras que contribuyen a la rigidez o estabilidad articular.

Estructuras pasivas (morfología articular, capsula articular y ligamentos).

Estructuras activas (músculos).

El grado de prono/supinación estático/dinámico variará además si la persona está en fase de crecimiento, en situaciones donde el deportista esté entrando en fatiga, dependiendo de la regularidad del terreno, alteraciones sensitivomotoras, dependiendo del drop del calzado, etc.

En sí mismo, ninguno de estos movimientos es un problema, aunque es cierto que hay grados que pueden favorecer en combinación con otros factores, situaciones potencialmente lesivas.

Así por ejemplo, no son pocos los casos donde a pesar de tener una patología de origen por ejemplo en cadera, la marcha antiálgica (para evitar el dolor) que provocara, puede acabar estresando y haciendo colapsar las estructuras ligamentosas del pie en su parte interna. Este fenómeno supondrá por supuesto una pérdida de eficiencia en la funcionalidad del pie y de la pierna afectada. Provocando unas angulaciones articulares anómalas y de ahí se potencialmente podrán derivarse entre otras dos tipos de patologías

Patologías articulares como lesiones condrales en cualquier articulación que vea reducida su superficie de contacto ya que ello provocará aumentos de presión. Favoreciendo en casos mantenidos la artrosis de las articulaciones del pie o de la pierna.

Patologías musculares como sobrecargas o roturas fibrilares por estrés, este tipo de lesiones se verán favorecidas por la angulación poco eficiente de la articulación, donde el torque habrá variado y con ello la eficiencia muscular. Necesitando generar más fuerza para conseguir el mismo movimiento. Además de posibles alteraciones del recorrido tendinoso favoreciendo fricciones que producirán tenosinovitis.

Podemos además encontrarnos situaciones donde el grado de pronación por ejemplo no sea simétrico, esto puede ser debido a compensaciones para estabilizar la cadera, dismetrías de exremidades inferiores etc, puede hasta darse el caso donde un pie prone y el otro supine.

Por todo lo anteriormente mencionado, deberíamos tener extremo cuidado a la hora de por ejemplo elegir determinados calzados que nos prometen compensar nuestro posible “defecto” pues cualquier cambio que realizamos en la gestión de las fuerzas del pie, tendrá incidencia directa en estructuras superiores y su resultado es estocástico.

Cuidado por tanto con los autodiagnósticos o los diagnósticos realizados por profesionales que no tengan una experiencia contrastada de la complejidad del movimiento, de lo contrario, podemos encontrarnos situaciones aún menos deseadas.

Cada caso es único y precisa de un experto que lo valore todo de forma global para poder poner posibles planes de tratamiento según convenga.

No te la juegues.

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